Las raíces del grito primigenio

Quiero manejar los hilos de mis acciones, adelantarme a los acontecimientos con la defensa alta y el corazón abierto; quiero correr sobre la hierba fresca de los campos que traen fruto, consecuencia del trabajo de mis manos y no del azar; quiero conocer las raíces del grito primigenio y convertirlo en una voz poderosa, enérgica, dueña de sí misma, envuelta en melodías o materializada con la tinta de mis venas; que anuncie el caos o la paz, el odio o el amor, la vida o la muerte... todo aquello que nos maneja, nos dirige, nos condiciona y nos atrapa con sus reglas implacables, y poder transformarlo en algo vivo; traducir sus códigos secretos y escribir mis propias normas...

Entre la insipidez y el disfraz de sabio poeta

El tiempo llega realmente a quemar las fuerzas, hasta que te desplomas con la duda de si realmente vale la pena todo el esfuerzo. Si te decides a buscar un trabajo para ir manteniéndote mientras sigues en la brecha, tu tiempo de creación se ve reducido a unos momentos en los cuales lo único que puedes hacer es descansar, dejar que tus huesos se sacudan el agotamiento que el día laboral te regala de manera cotidiana e inflexible; después empiezas a notar que te falta algo de tiempo, comienzas a sentir una fuerte sensación de frustración, pero sabes que si no trabajas no comes, y si trabajas no creas, con lo que el dilema es tan grande que al final la desesperación te sume en una agonía estresante, consumiéndote poco a poco hasta caer desecho y perdiendo tu propia identidad...

Algunos se acomodan en sus trabajos, engordan y les cuentan a todo el mundo sus batalllitas de cuando eran “artistas”, mientras que en el fondo han endurecido sus corazones vencidos por el cansancio y el temor. Otros pasan sus vidas buscando con tanta ansiedad la opinión positiva, la crítica agradable de los demás, que desvirtúan y amoldan sus obras para el agrado de todos, colocándose la máscara de “artistas” e inmersos en una falsa vida bohemia que discurre entre la insipidez y el disfraz de sabio poeta.

Confrontación

He visto como compañeros y conocidos míos han retocado, manipulado y deformado sus obras en favor de una mayor atracción en un público que los ha ignorado en sus años de arduo trabajo; y ahora ellos caen a sus pies en señal de vergonzosa rendición. Claro que dicen que esto no es definitivo, que en cuanto consigan el apoyo necesario impondrán ellos sus propias normas... el engaño más estúpido en el que uno pueda dejarse atrapar. Al final no levantan el vuelo, van perdiendo el norte de su arte, y, por extensión, de sus vidas.

¿Cómo dar a conocer la obra de uno, a un público más amplio, sin venderse a los dirigentes, esos señores poderosos que exigen una ridícula metamorfosis “artística” con cadenas de terciopelo y billetes podridos? ¿Cómo hacerlo sin ceder a las exigencias de esas bestias sin honor, a los caprichos de esos negociantes de almas, destructores del arte y de sus frutos?. Si quitas una sola palabra que exprese un cierto sentimiento, si cambias una sola expresión que plasme ciertas emociones, si enturbias la mirada del corazón aunque solo sea por un instante, si desfiguras el rostro de la verdad para mostrarlo en un circo y enriquecerte con ello... entonces todo ha terminado. Aquí es donde el artista se enfrenta a sí mismo, a sus ambiciones, a sus sueños.

Aunque la confrontación es desigual, el resultado no dependerá de la sangre que corra en el campo de batalla, sino en el color de esa sangre y en el carácter de su inocencia. Lo demás se pierde entre la multitud como una linterna en el centro de la ciudad un sábado por la noche; y nada ni nadie reparará en ello.