Algunos nocturnos puntos sueltos para ordenarme (partiendo de Lewis y volviendo a él)

Me fascina la figura de C.S. Lewis. Recuerdo cuando sus Crónicas de Narnia llenaron mi infancia de una fantasía que se ajustaba perfectamente con mi concepto pequeñín de lo que hervía en mi mente infantil, desmesuradamente imaginativa. Después, "El problema del dolor", en una versión antigua que tomé prestada de la inmensa e imposible biblioteca de mi padre, me golpeó tan fuerte a los 18 años que todavía me dura el efecto, hasta que "Una pena en observación" me amplió la otra cara de la moneda teológica y filosófica, probada en mis carnes el año pasado, con la pérdida de un gran amigo mío

Ese fue el chispazo que encendió la mecha -"El problema..."- y hasta hoy. Estoy releyendo su "Cautivado por la alegría" por cuarta vez, y no me cansa. Al contrario, parece que cada vez que lo leo, me aporta tantas cosas nuevas -sensaciones, descripciones, expresiones, definiciones, explicaciones, elucubraciones...- que mi espíritu se nutre con pasión. Vamos, que disfruto como un enano. Para que seguir adornando.

De todas formas, su vida y sus libros -lejos del abuelete sonriente de algunas fotos, era transgresor, rebelde e independiente- me han enseñado, sobre todo, a pensar, a reflexionar, a discutir y a tratar de sacar conclusiones sobre mi fe, que no es poco. Lo considero -después de mi padre- como mi tutor principal, un guía en la distancia del tiempo cuyo eco sigue resonando en mi interior, cada vez con más intensidad.

Por otra parte, Paul Johnson, en su libro "Creadores", hace una introducción que ya justifica el precio del libro. Lo que nos reímos y lo que distrutamos Josepablo y yo con "Intelectuales". Desde entonces, "Al diablo con Picasso" y otros libros más han servido para amenizar con un disfrute exquisito mis viajes (sobre todo, cuando viajé a Bruselas el año pasado. Fue uno de los viajes más entretenidos de mi vida).

Para mí, sin Dickens no hay literatura, y su "Nuestro amigo común" se está ganando un lugar privilegiado en mi espacio privado como uno de mis libros favoritos -aunque Copperfield forma parte de mí como ningún otro-. Recomiendo a Dickens a todos aquellos que estén exentos de sí mismos. Su galeria de personajes y descripciones de situaciones, sus historias entrelazadas, su claridad moral y su espíritu profundamente generoso herirán en profundidad a los que tienen un ombligo demasiado grande y poco tiempo para usar la mente.

Y vuelvo a Lewis, y de la mano de un gran amigo, Philip Yancey, del que os recomiendo todos y cada uno de sus libros:

"Nosotros los escritores no somos sustantivos, solía decir. Somos simplemente adjetivos, apuntando a la gran Sustantivo de la verdad. Lewis hizo eso, con fidelidad y magistralmente, y porque lo hizo, muchos miles han llegado a conocer y amar a ese Nombre.
Incluyéndome a mí. "

Y a mí.