Conflictos y lecciones: Aceptando las consecuencias

Photobucket - Video and Image Hosting

Durante meses, aunque siempre sin dejar de trabajar, me he debatido internamente de forma muy dura acerca de la música. He tratado de huir de las canciones, justificando lo fugaz de las melodías como elemento principal de que la música no sirve nada más que para entretener, pero que es incapaz de tocar de manera definitiva las vidas. Esta mentira, fruto de decepciones, una tristeza natural y un intelecto que pide más de lo que puedo darle, ha sido hoy destapada e incluso pisoteada por un bebé de cuatro meses y medio.

Su terrible llanto de malestar y dolor ha sido la causa de que mi compañera, desesperada por el cansancio y la impotencia de no saber la causa de los males de la criatura, me ha pedido que cogiera mi guitarra y tratara de calmarlo un poco. Cuando nació el pequeño, justo en el momento que lo trajeron a la habitación, nos quedamos a solas él y yo, y le di la bienvenida con algunas canciones improvisadas; pero desde entonces, no he vuelto a hacerlo.

Esta noche le que quitado el polvo a ese aparato de madera con curvas, y le he sacado algo de espíritu. Inmediatamente, el bebé ha dejado de llorar, y me ha clavado sus enormes ojos azules en los míos, como diciendo que entendía mi lenguaje, y que le gustaba. Canciones mías, de Young, de Springsteen… ninguna de ellas le ha hecho apartar su mirada de la mía. Después, ha caído en un profundo sueño.

Y yo, he salido de una pesadilla para caer en un sueño apacible y esperado. La música es tan fugaz como la vida misma, congela los momentos que olvidamos para recordarnos lo que es importante y lo que no, y deja descansar el espíritu cuando éste no puede expresar que la carga que lleva es demasiado pesada. Esa es la lección que he aprendido hoy.

Y éste es el pensamiento que dejo escrito para el año que entra, que, más que feliz, espero que simplemente merezca la pena.
"Lo esencial ahora es saber si he calculado bien lo que voy a hacer y si estoy dispuesto a aceptar todas sus consecuencias."
Fiodor Dostoyevski
Crimen y Castigo

A la espera de la brisa y las hojas amarillas

Photobucket - Video and Image Hosting

Ocupado en una "multitarea" impuesta, donde se mezclan el estudio de los profetas mayores y menores, algunos viajes nada organizados, la ya casi finalización de mi obra musical "definitiva" (ja!) como es "Fotografías", la lectura de diversos libros biográficos de personajes tan dispares como John Wesley, Martin Luther King Jr., mi amado C.S. Lewis, el gran Johnny Cash, Billy Graham o la maravillosa Charlotte Brönte, la recuperación, en parte, de mis estudios de literatura inglesa, junto a la "noble" tarea de dar a luz a una nueva criatura y la nada poética formación (larga y pesada) como programador informatico, me ha sido imposible escribir nada en este espacio.

De todas formas, todo sea dicho, el verano es un bluff para sentirse siquiera inspirado. Siempre he usado esta época del año más para seguir formándome, que para crear nada en ningún área. Hasta mi trabajo con mis nuevas canciones se ha reducido a mezclar, más que a componer o grabar nada. El verano es para sentirte niño otra vez, y olvidarte de tu alma otoñal meláncolica y sufriente para desparramarte entre las olas del mar y el sol del mediodía. Incluso hay libros que no son para estos días. Justo ahora, he comenzado la biografía de Charlotte Brönte, escrita por su amiga Elizabeth Gaskell, pero he de reconocer que dicha lectura éstaría mejor arropada entre lloviznas y tardes oscuras, que a más de cuarenta grados y el aire acondicionado "suicidándote" los huesos lentamente.

Hubo una época en la que el verano olía a Paul Auster, Joseph Conrad o Jack London. Supongo, y digo bien, supongo, que debería volver a ciertos rincones, sólo por averigüar que es lo que se ha quedado en el camino. Pero bueno, a la espera de la brisa y las hojas amarillas, un sol más tímido y días más ocuros, donde mi pipa vuelva a deleitarme con olor a cereza y chocolate, me despido de mí mismo soñando de nuevo con reencontrarme.

Recuerdo Soñando


Recuerdo soñando la vida del Dr. King, un hombre que se dio a sí mismo por amor a los demás. Un hombre que tuvo un sueño, y no sólo lo compartió, sino que lo hizo real en los demás.

Algunos tratan de hacernos creer que otros luchadores de su época por los derechos civiles fueron mucho más importantes, a pesar de que la historia muestra lo contrario; así analizamos y concluimos, de un plumazo, desde el tiempo, desde la distancia, y nos atrevemos a pensar que una pistola, un golpe asesino, unas palabras de odio y una actitud de desprecio a los demás pueden conseguir mucho, pero ya sabemos que "la sangre llama a la sangre".

Martin Luther King Jr. predicó con el amor. Sabía en lo más profundo de su corazón -el evangelio hace esas cosas- que sólo y exclusivamente ese amor limpio, honorable, transparente, luchador, todo lo podía. La única forma de romper los espíritus duros y malformados es mostrando lo único que no tienen: Amor. Otros piensan que esto es un tópico, pero la lucha por los derechos humanos, la abolición de la esclavitud, la lucha contra la pobreza, vienen del amor, no del odio, y eso es lo que cambia el mundo. Si ponemos un pistola en la nuca del contrario, nuestros hijos moriran con un disparo en la cabeza. Si mostramos un amor firme, contundente en sus acciones, que no se rompe, que guerrea con sus convicciones al frente, que sobrevive al más puro sufrimiento, nuestros hijos podrán vivir en paz, aún en tiempo de guerra. La pólvora hace menos daño que una mirada de misericordia.

Eso es lo que este sábado nublado, de brisa agradable, triste en su apariencia pero amable en su interior, me trae a la memoria, y lo hago mío. Recuerdo soñando, y agradeciendo al Dr. King que fuera uno más en la larga lista de ejemplos que han dado una vuelta radical a este mundo en tinieblas con una luz clara, cegadora, y real.
Gracias.

El Hombre de Negro

Photobucket - Video and Image Hosting
"El hombre de negro", me dejó completamente sorprendido. No sabía que el gran Cash hubiera profesado fe cristiana de esa forma tan inmensa, tan real, tan... Sin embargo, "La Autobiografía" que se acaba de publicar en español es aún más penetrante. Desde los años, desde la experiencia que huele la muerte, -la vejez, en definitiva- sus palabras cobran mucho más peso, y su imagen se engrandece a medida que muestra su parte más humana, su humildad y su contundente pero sensible manera de ver las cosas.
Lo que más conmueve, entre otras cosas, es su nobleza a la hora de hablar de los necesitados, de los pobres, los sin techo, los presos, los condenados por la sociedad, los ignorados y olvidados. Su vuelta a Dios es absolutamente dramática y absorvente en su lectura. Consecuente -como dice mi amigo Ignacio Juliá (que si no se hace cristiano después de leer este libro es porque no lo ha traducido él): "No votó a Nixon pero tampoco a Clinton"), amante de los suyos, un hombre que respiraba, comía, y producía música de forma constante. Un hombre calificado en este estúpido e ignorante país por algunos como "fundamentalista radical", pero que le importaba un pimiento si algunos amigos le dejaban por su fe; no serían amigos. Pasaba por encima de las críticas con una mirada tan profunda que las deshacía todas sin decir una sola palabra.
Como dice el propio Juliá en el prólogo -un prólogo que habría que enmarcar al completo, grande grande-: "... contradice cualquier tendencia a honrar como mitos a quienes mueren jovenes y hermosos. Nos equivocamos, los verdaderos héroes son los supervivientes, quienes se agarran a las ondulaciones de la existencia, sus altibajos y contradicciones, y luchan infatigablemente contra su intrínseca futilidad. Johnny Cash fue uno de ellos... un hombre de su tiempo en un negocio, el musical, que ido premiendo cada vez más desvergonzadamente la juventud banal y conformista frente a la sabiduría del individualista añejo.". Si en algo discrepo de lo expuesto es que si hubiéramos visto a Morrison, Jones, Joplin, Bohnam o Hendrix en sus últimos días, eran de todo menos hermosos.
De todas formas, estas palabras me levantan el espíritu en un martes tan banal y conformista. Y vuelvo a recordar: "Vanidad, todo es vanidad.". Johnny Cash me ha enseñado -entre otras muchas cosas- a mantener mis principios con dignidad mientras mi música crece con ella, a levantar la cabeza bien alta mientras mis canciones fluyen con naturalidad, y a vivir como un artista comprometido con su tiempo, su fe y su arte.

Discurso de Bono en el Desayuno de Oración 2006

Photobucket - Video and Image Hosting
Si se están preguntando qué estoy haciendo aquí, en un Desayuno de Oración, a mí me pasa lo mismo. Es verdad que no estoy aquí como un hombre de túnica, salvo si esa túnica es de cuero. Seguro que no es porque soy una estrella del rock. Lo que solamente nos deja una explicación posible: estoy aquí porque tengo un complejo mesiánico.

Es cierto, y para cualquiera que me conozca, no le sonará raro.

Soy el primero en admitir que existe algo poco natural, algo extraño, sobre las estrellas de rock tomando los púlpitos y predicando a presidentes para luego desaparecer en sus mansiones del sur de Francia. Nada más fuera de lugar. Ya fue muy raro cuando Jesse Helms apareció en un concierto de U2, pero esto es realmente extraño, ¿verdad? Saben, una de las cosas que me encantan de este país es su separación de iglesia y el estado. Aunque tengo que decirles que al invitarme aquí, tanto la iglesia como el estado se han separado de otra cosa completamente: de su juicio. Sr. Presidente,

¿Está seguro de esto?

Me hace sentir muy humilde estar ante ustedes e intentaré que sea una homilía breve. Pero les advierto – Soy irlandés.
Me gustaría hablar sobre las leyes de los hombres, aquí en la ciudad donde se escriben las leyes. Y me encantaría hablar sobre las leyes supremas. Sería genial asumir que unas sirven a las otras, y que las leyes de los hombres sirven a las leyes supremas, pero por supuesto no es ése el caso siempre. Y supongo que, en un sentido, eso es por lo que están aquí. Supongo que la razón de esta reunión es que todos los que estamos aquí – musulmanes, judíos, cristianos – estamos buscando en nuestras almas para sabe cómo servir mejor a nuestras familias, a nuestras comunidades, a nuestras naciones, a nuestro Dios.
Yo sé que lo estoy haciendo. Buscando. Supongo. Y supongo que es lo que también a mí me ha traído aquí. Si, es raro tener a una estrella de rock aquí. Pero quizás es más raro para mí que para ustedes. Les contaré, yo he evitado a la gente religiosa la mayor parte de mi vida. Puede que eso tuviera algo que ver con tener un padre protestante y una madre católica en un país en el que la línea divisoria entre ambas confesiones era, bastante literalmente, un frente de guerra. Donde la línea divisoria entre iglesia y estado era un poco borrosa, y difícil de ver. Recuerdo cómo mi madre nos llevaba a la iglesia los domingos… y mi padre solía quedarse esperándonos fuera. Una de las cosas que percibí de mi padre y mi madre fue la sensación de que la religión a menudo se interpone en el camino hacia Dios. Para mí, por lo menos, se interpuso. Ver lo que la gente religiosa había hecho, en el nombre de Dios, en mi tierra natal, y en este país, ver a los vendedores de coches usados de Dios en los canales por cable, ofreciendo indulgencias por dinero en metálico… de hecho, por todo el mundo, ver cómo la autocomplacencia corría como un torrente poderoso desde algunos sectores de los círculos religiosos… Debo confesar: Cambié de canal. Quería ver la MTV. Quizás a pesar de ser creyente. Quizás por que era creyente. Era un cínico, no sobre Dios, sino sobre la política de Dios (¿lo ves, Jim?)

Entonces, en 1997, un par de excéntricos septuagenarios británicos cristianos fueron y arruinaron mi truco: mis reproches. Lo hicieron describiendo el milenio, el año 2000, como un año de Jubileo, como una oportunidad para cancelar las deudas crónicas de la gente más pobre del mundo. Tuvieron la audacia de renovar el llamamiento del Señor – y el papa Juan Pablo II se les unió, alguien que para un irlandés mediocatólico como yo, podía tener una línea más directa con el Todopoderoso. Siempre había leído las Escrituras, incluso el material más oscuro. Allí estaba, en Levítico (25:35): 'Si tu hermano se empobrece” dice la Escritura, “y no puede mantenerse a sí mismo... tú le mantendrás… No le prestarás dinero con interés, ni le darás comida con lucro”.

Es una idea tan importante, el Jubileo, que Jesús empezó su ministerio con esto. Jesús es un joven, se ha encontrado con los rabinos, ha impresionado a todos, la gente está hablando de él. Los ancianos dicen que es un tipo listo, este Jesús, pero no ha hecho mucho ... aún. Nunca había hablado en público antes.... Cuando lo hace, sus primeras palabras son de Isaías: 'El Espíritu del Señor está sobre mí’, dice, ‘porque me ha ungido para predicar la Buena noticia a los pobres‘. Y Jesús proclama el año de gracia del Señor, el año del Jubileo (Lucas 4:18). De lo que estaba hablando realmente era de una era de gracia –y aún estamos en ella.

Trasladémonos 2.000 años. La misma idea, la gracia, se encarna en un movimiento en el que participan todo tipo de personas. No era un club de santurrones, no era un grupo de beatos. Estos religiosos estaban dispuestos a salir a la calle, a ensuciarse las botas, a sacar pancartas, a seguir sus convicciones con acciones… haciendo que mantenerse a distancia fuera muy difícil para gente como yo. Fue sorprendente. Casi me empezaron a gustar estas gentes de iglesia… Pero entonces mi cinismo obtuvo ayuda extra. Fue lo que Colin Powell, un general de cinco estrellas, llamó el W.M.D. más importante de todos: un pequeño virus llamado SIDA. Y la comunidad religiosa, en su mayoría, no se enteró. Y los que se enteraron solamente lo podían ver como un castigo divino por mal comportamiento. Incluso en niños, incluso aunque el grupo de personas infectadas con HIV que más crecía eran mujeres fieles y casadas. ¡Ajá! “Aquí vamos de nuevo” - Pensé para mis adentros, ¡vuelve el fundamentalismo”. Pero realmente estaba equivocado de nuevo. La iglesia fue lenta, pero se preocupó de los leprosos de nuestra época. El amor estaba en movimiento. La misericordia estaba en movimiento. Dios estaba en movimiento.

Llevando a gentes de todo tipo a trabajar con gente que no conocían, que no querían conocer… grupos de iglesias conservadoras junto a representantes de la comunidad gay, todos cantando del mismo himnario sobre el SIDA… madres de fútbol y deportistas, estrellas del hip-hop y del country. Esto es lo que pasa cuando Dios se pone en movimiento: ¡pasan locuras! ¡Se vio a un Papa llevando gafas de sol! ¡Se vio a Jesse Helms en el ghetto. Locuras.

Pruebas del espíritu. Fue increíble. Literalmente. Detuvo al mundo.

Cuando las iglesias comenzaron a manifestarse por la deuda, los gobiernos escucharon. Y actuaron. Cuando las iglesias comenzaron a organizar, pedir e incluso – el acto más profano que se puede cometer, con perdón, comenzaron a presionar sobre el SIDA y la salud global, los gobiernos escucharon y actuaron. Estoy aquí hoy con humildad para decir: cambiasteis ideas, cambiasteis políticas, cambiasteis el mundo. Miren, sean cuales sean sus ideas sobre Dios, quién es o si existe, casi todos estaremos de acuerdo en que hay un Dios. Tiene un lugar especial para los pobres. De hecho, los pobres son donde Dios vive. Miremos el judaísmo. Miremos el Islam. Miremos prácticamente cualquiera. Quiero decir que Dios también puede estar con nosotros en nuestras mansiones de las colinas, espero. También puede que esté con nosotros en todos los temas controvertidos. Quizá o quizá no. Pero una cosa en la que todos, de distintas creencias e ideologías, estamos de acuerdo es en que Dios está con los vulnerables y los pobres. Dios está en los barrios marginales, en las cajas de cartón donde los pobres juegan a vivir. Dios está en el silencio de una madre que ha infectado a su hijo con un virus que terminará con las vidas de ambos. Dios está en los lamentos que se escuchan bajo los escombros de la guerra. Dios está en el escombro de las oportunidades y vidas perdidas, y Dios está con nosotros si nosotros estamos con ellos. “Si quitáis el yugo de la niebla, el señalar y el hablar maldades, y os entregáis a los pobres y satisfacéis el deseo de los afligidos, entonces vuestra luz brillará en la oscuridad y vuestro resplandor será como luz de día y el Señor os guiará continuamente y os satisfacerá vuestros deseos en lugares de tierra quemada”. No es una coincidencia que en las escrituras, la pobreza se menciona más de 2.100 veces. No es un accidente. Es mucho espacio en antena, 2.100 menciones (ya saben, el único momento en el que Cristo juzga es el tema de la pobreza). “Así como le hagáis al menor de mis hermanos, así me lo hacéis a mi” (Mateo 25:40). Como yo digo, buenas noticias para los pobres. Buenas noticias para el presidente. Después del 11-S, nos dijeron que América no tendría tiempo para los pobres del mundo. América se vería inmersa en sus propios problemas de seguridad. Y es cierto que éstos son tiempos peligrosos, pero América no ha bajado las persianas y echado los cerrojos en las puertas. De hecho, ustedes han doblado la ayuda a África. Han triplicado los fondos para la salud mundial. Señor presidente, su plan de emergencia para el SIDA y el apoyo a Global Fund – usted y el congreso – han conseguido poner a 700,000 personas en tratamientos antiretrovirales salvadores, y han proporcionado ocho millones de mosquiteras para proteger a los niños de la malaria. Impresionantes logros humanos. Contraintuitivos. Históricos. Deben estar muy, muy orgullosos.

Pero aquí llegan las malas noticias. Desde la beneficencia hasta la justicia, las buenas noticias todavía no han sucedido. Hay mucho más que hacer. Existe un salto gigante entre la escala de la emergencia y la escala de la respuesta. Y al final no se trata de beneficencia, ¿verdad? Se trata de justicia. Déjenme que se lo repita: No se trata de beneficencia, sino de justicia.

Y ése es el problema.

Porque ustedes son buenos con la beneficencia. Los americanos, como los irlandeses, lo hacen muy bien. Nos encanta dar, damos un montón, incluso aquellos que no se lo pueden permitir. Pero la justicia es un estándar más elevado. África hace que nuestra idea de justicia sea ridícula. Hace que nuestra idea de igualdad sea ridícula. Se mofa de nuestra piedad. Pone en duda de nuestra preocupación, cuestiona nuestro compromiso. Y cada día 6.500 africanos siguen muriendo día a día de enfermedades prevenibles y tratables, debido a la falta de drogas que podemos comprar en cualquier farmacia. No se trata de beneficencia, sino de justicia e igualdad. Porque no podemos mirar de ninguna manera lo que está pasando en África y, si somos honestos, concluir que, en realidad, realmente aceptamos que los africanos son iguales que nosotros. En cualquier otro lugar del mundo no lo podríamos aceptar. Miren lo que pasó en el sureste asiático con el Tsunami. Se perdieron 150.000 vidas a ese nombre equivocado de todos los nombres equivocados, la "madre naturaleza”. En África, se pierden 150.000 vidas cada mes. Un Tsunami cada mes. Y es una catástrofe completamente evitable.

Es molesto, pero la justicia y la igualdad son compañeros, ¿no? La justicia siempre
quiere estar con a igualdad. Y la igualdad es algo problemático.

Es decir, piensen en los pastores judíos que fueron a ver al Faraón, con barro en sus sandalias, y el faraón dice: “¿Igualdad?” Una idea absurda: “¿los ricos y los pobres son iguales? Y dicen, “sí, igualdad, eso es lo que dice en este libro. Que todos somos hechos a la imagen de Dios”. Y que de repente el faraón dice: “Vale, puedo aceptarlo. Puedo aceptar a los judíos – pero no a los negros. No a las mujeres. No a los gays. No a los irlandeses. Ni loco, tío”.

Así que seguimos con nuestra búsqueda de la igualdad. Seguimos en nuestra búsqueda de justicia. Oímos ese llamamiento en la campaña ONE, un movimiento creciente de más de dos millones de Americanos. La izquierda y la derecha unidas, unidas en la creencia de que donde vives no debe determinar nunca más si vives o no. Oímos la llamada incluso con más fuerza todavía hoy en día, cuando lloramos la pérdida de Coretta Scott King – madre de un movimiento de igualdad, uno que cambió l mundo, pero solamente es el comienzo. Estos temas están tan vivos ahora como antes, simplemente estaban cambiando las cosas y cruzando los mares. Impedir a los más pobres vender sus productos mientras entonamos himnos al libre Mercado… es una cuestión de justicia. Mantener a los niños cautivos de las deudas que contrajeron sus abuelos … es una cuestión de justicia. Retirar medicinas que salvan vidas por deferencia a la Oficina de Patentes… es una cuestión de justicia. Y las leyes dicen lo que dicen, pero Dios no guarda silencio sobre el tema. Y mientras que la ley es lo que nosotros decimos que es, Dios no está callado al respecto. Por eso, ¿por qué digo que existe una ley de la tierra? Y también hay un estándar más elevado. ¿Está la ley de la tierra y podemos contratar a expertos para escribirla y beneficiarnos, para que las leyes digan que está bien proteger nuestra agricultura pero no está bien que los granjeros africanos hagan lo mismo para ganarse la vida? Y las leyes dicen lo que dicen, pero Dios no guarda silencio […] Las leyes humanas están escritas, eso es lo que dicen. Pero Dios no las acepta. Por lo menos no las mías. ¿Y
las tuyas?

Termino esta mañana sobre un terreno delicado. Les pongo sobre la mesa una idea peligrosa: mi Dios contra su Dios. Su Dios contra Nuestro Dios, contra ningún Dios. Es muy fácil en estos días, ver a la religión como una fuerza divisoria más que unificadora. Y estamos en una ciudad - Washington – que sabe algo de la división. Pero la razón por la que estoy aquí, y la razón por la que sigo volviendo a Washington, es porque este es una ciudad que está demostrando poder unirse por el bien de lo que las Escrituras llaman el menor de estos. No se trata de una idea republicana. Ni demócrata. Ni siquiera, con todos mis respetos, una idea Americana. Ni tampoco es exclusiva de ninguna fe. “Haz a tu prójimo a lo que quieres que hagan contigo” (Lucas 6:30). Es lo que dice Jesús: “La rectitud es esto: que uno debe entregar riquezas por amor hacia su prójimo y a los huérfanos y a los necesitados, y los caminantes y los mendigos y para el rescate de los cautivos”. Eso lo dice el Corán (2.177). Así dijo el Señor: “Traed a los pobres sin techo a la casa, donde veas alguien desnudo, cúbrelo, entonces tu luz brillará como el amanecer y te… “La Escritura judía dice eso. En Isaías 59 de nuevo. Es un incentivo poderoso: “El Señor te vigilará las espaldas”. A mi me parece un buen trato ahora mismo.

Hace unos años, me encontré con un hombre sabio que cambió mi vida. De innumerables modos, pequeños y grandes, yo estaba siempre buscando la bendición del Señor. Decía, ¿sabes?, tengo una nueva canción, ¿te ocuparás de ello? Tengo una familia, por favor, cuida de ellos. Tengo una idea loca... Y este hombre sabio me dijo: para. Dijo: deja de pedir a Dios que bendiga lo que estás haciendo. Implícate en lo que Dios está haciendo – porque eso ya está bendito. Bien. Dios, como dije, está con los pobres. Eso creo yo, es lo que Dios está haciendo. Y es lo que nos llama a
hacer. Me sorprendió cuando primero llegué a este país y aprendí cuánto diezman los asistentes a iglesias. Casi el 10% del presupuesto familiar. ¿Cómo queda eso con el presupuesto federal, el presupuesto de toda la familia americana? ¿Cuánto de eso va a los más pobres del mundo? Menos del 1%.
Sr. Presidente, Congreso, gente de fe, pueblo de América:

Quiero sugerirles hoy que vean el flujo de ayuda efectiva al extranjero como un diezmo… Lo que, para ser verdaderamente significativo, quiere decir que un 1% adicional del presupuesto federal se ofrezca como diezmo a los pobres.
¿Qué es un 1%?
El 1% no es simplemente un número en una hoja de balance. El 1% es la niña en África que va al colegio gracias a ustedes. El 1% es el paciente de SIDA que obtiene sus medicinas, gracias a ustedes. El 1% es el empresario africano que puede comenzar un pequeño negocio familiar gracias a ustedes. El 1% no esredecorar palacios presidenciales o que el dinero se vaya por las alcantarillas. Este 1% es cavar pozos para proporcionar agua limpia. El 1% es una nueva asociación con África, no paternalismo hacia África, donde la asistencia creciente fluye hacia un gobierno mejor y con iniciativas con garantías aseguradas y lejos de futilidades y elefantes blancos de cualquier tipo. América da menos que el 1% en la actualidad. Estamos pidiendo un 1% extra para cambiar el mundo y para transformar millones de vidas. Pero no se trata solamente de esto, y lo digo ante los militares ahora – para transformar la forma en la que nos ven a nosotros.

El 1% es seguridad nacional, una economía mejorada, el interés propio, y un mundo mejor y más seguro. A mi me parece que en esta ciudad de tratos y compromisos, el 1% es el mejor trato posible.
Estos objetivos – agua potable para todos, educación para cada niño, medicinas para los enfermos, el final de la pobreza extrema y sin sentido. No se trata de cualquier objetivo, son los objetivos del Desarrollo del Milenio, que este país apoya. Y son más que eso, son las Beatitudes de un mundo globalizado. Es verdad que yo tengo mucha suerte. No me tengo que sentar en los comités presupuestarios. Y sin dudas no me tengo que sentar donde usted, Señor Presidente. No tengo que tomar las decisiones difíciles. Pero les puedo decir esto. Dar el 1% extra está bien. Es inteligente. Y está bendecido.

Existe un continente. África, que se está consumiendo por el fuego. Verdaderamente creo que cuando se escriban los libros de historia, nuestra época será recordada por tres cosas: la Guerra contra el terrorismo, la revolución digital, y lo que hicimos – o dejamos de hacer – para apagar el incendio de África. La Historia, como Dios, observa lo que hacemos. Gracias. Gracias, América, y Dios les bendiga a todos.

Tú mismo tienes que recorrerlo


Estoy cansado, muy cansado. No escribo desde hace tiempo, pero es que tampoco tengo mucho que decir. Supongo que me he agotado demasiado últimamente; física, emocional, artística, psíquica y espiritualmente.

Cuando me miro al espejo, no me parezco a mí, o quizás el que veo soy yo pero es que no conozco a esa persona, mientras que sí que conozco al personaje... o yo que sé. Y cuando me doy cuenta de que no puedo dar ni un paso sin sentirme herido desde el hueso más pequeño hasta el órgano más vital, recuerdo los versos del Predicador:
"¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro trabajo con que se afana debajo del sol?. Generación va, y generación viene; pero la tierra siempre permanece... Luego yo consideré todas las cosas que mis manos habían hecho y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, y he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu. No había provecho alguno debajo del sol." (Eclesiastés 1:3,4-2:11).
Supongo que aquí la clave (entre otras) está en "afanarse" por las cosas. Un artista, poeta, justifica su "afán" porque crea belleza, mientras que no se da cuenta que en el transcurso de la creación de su obra está destruyéndose a sí mismo. Quizá, como decía Hermann Hesse: "Para construir un mundo, hay que destruir otro"... bueno, el Predicador concluye:"Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el TODO del hombre.".
Vale, vale, he ligado varias ideas a la vez, lo siento, pero ya lo avisé.

En estos días, la inocencia que emanaba la música y la expresión de un amigo mío, me trajo unos versos de Walt Whitman a la mente, y se los dedicaba:

"Ni yo, ni nadie, pueden recorrer ese camino por ti,
tú mismo tienes que recorrerlo.
No queda lejos, es fácil llegar a él,
acaso has estado recorriéndolo desde que naciste, sin saberlo..."


Así, suspiro y casi agonizo por recobrar parte de esa inocencia que he dejado en el camino. Aunque estuviera llena de polvo, magullada e ignorada; humillada o calumniada; fuera de orden, de modas, anticuada o desorientada. No me importaría nada, con tal de volverla a encontrar.

En tu recuerdo

En tu recuerdo anuncio una ruptura con el silencio. Si antes de renacer me moría por no ser visto ni nombrado, ahora me desvivo por dar sentido a esta vida carnavalesca. Las malinterpretaciones denotan una falta de paciencia para escuchar, un vacío de amor, un muro entre los oidos y el aire... Ahora no me callaré. La fe no ha decrecido con el tiempo; más bien, a patadas se ha hecho de acero -acero sucio, frío, usado, pisoteado, pero inoxidable-. Tampoco ahora tengo ningún deseo de estar ahí, pero siento que es mi responsabilidad.
En tu recuerdo me levanto para decirte que me duele que no me comprendas, no porque necesite ser comprendido por alguien, sino porque necesito serlo por ti. Muchas veces me he levantado con el deseo de poner fin a todo, y cuando se ha puesto el día, aún me preguntaba cómo había llegado hasta el final. Eso se terminó. ¿Recuerdas cuando el Rey me habló y me dijo que me pusiera la armadura y saltara al campo de batalla?. Esperaba palabras de consuelo, y se me dieron órdenes para la guerra. Tú me diste el apoyo del guerrero que lucha en el mismo bando: los guerreros de las "buenas nuevas", los soldados de la paz. Antes palpaba más tu sensibilidad, extraña y deshauciada, como tú mismo, pero tuya, al fin y al cabo...

En tu recuerdo te digo que la amistad no tiene límites, en ningún área de la vida, en ningún momento. NADA de lo que podamos hacer puede ir más allá de la amistad, porque TODO en la misma está más allá por su propia naturaleza. No me cansaré de hablar para defender nuestra causa. Si en el fulgor de la batalla, cuando la pasión de nuestros corazones se desborde tanto que se pueda nublar la vista, y podamos pensar que uno de nosotros es el contrario, recuerda que me desangraría lentamente mientras se comen mi corazón antes de perderte. Yo no soy tu enemigo, ni siquiera un amago de enemistad. Ni siquiera un pensamiento de ella. Ni siquiera un reflejo.

En tu recuerdo, diré que estoy cansado. Pero que no doy mi brazo a torcer, que no me rindo, que el ring sigue iluminado y la entrada es demasiado cara esta noche. Porque quizá sea yo mañana el que necesite ser recordado, y por entonces, no me gustaría sentirme sólo y abandonado.

"Ir a la deriva"


"Nunca te olvides ni de lo que he sido, ni de por lo que he pasado. Puede que lleguen, y subrayo que sólo he dicho "puede", momentos en que la tentación de "ir a la deriva", durante una hora, o un día, se asome. Y puede ser que caiga en ella. Toda mi vida me he dejado arrastrar a la deriva: la curiosidad, ese ardiente deseo de conocer" (Jack London a su mujer, Charmian)

Estas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza hace ya algunos años. Y las traigo a colación porque me recuerda demasiado a ciertas sensaciones que he tenido en multitud de ocasiones. ¿La diferencia?: Que nunca me he dejado arrastrar por la deriva. He tenido la tentación, y he caido en ella, pero no dejándome llevar dentro de su laberinto de ansiedad y sufrimiento, sino luchando por vencer esa parte del viejo hombre que siempre me susurra en los odios, que me sopla en la nuca. Aunque he salido en muchas ocasiones centrifugado con aspecto de vagabundo desastrado recien apalizado, he aprendido grandes lecciones de ello. Ay! ese deseo ardiente deseo de conocer...

La vida de Jack es para hacer una película, y es extraño que no la hayan hecho ya (aunque viendo los biopics que asolan nuestras ruidosas salas de cine, mejor que se estén quietos. ¿Quién podría interpretar a este tipo, sino sólo el mismo?). Su muerte me recuerda a la de Hemingway, aunque la diferencia -vamos, la que me viene a la cabeza ahora mismo- es que el viejo "lobo" sufría dolores terribles, mientras que H. se pegó un tiro para evitarlos.

(Veo el escenario en penumbra, el murmullo respetuoso de la gente con cierta tensión ante una experiencia en comunidad que puede ser única, y oigo una guitarra acústica, haciendo finger-picking, con una armónica pintado delicadamente los detalles de una obra de colores apagados, pero densos. Algo que no se puede expresar con palabras; el auténtico éxito, del que tanto se hace referencia, no tanto como el conseguir la expresión más pura y sincera como para coger la varilla de medirse el ego.)

Jack London, el soñador americano, el vagabundo, el buscador de oro, el guarda y el ladrón. Siguiendo sus pasos boxeé durante dos años, hasta que me rompieron una costilla y estuve tres meses durmiendo de pie. El hombre que consiguió que engordara trece kilos, huyendo de los perfiles almidonados y exagerados de los artistas en horas bajas (para algunos en la excelencia de su obra). La verdad es que después volví a perderlos, pero aquel tiempo me sirvió para aprender una cosa -entre otras-: Que entre el Ulises de Joyce y el de Homero, me quedo con éste (si es que tiene algo que ver con lo anterior, o con lo próximo, que sé yo a las 2.00 h. de la madrugada)

Por cierto, Advero, expulsa esa acidez antes de que te consuma, o consumas a otros. No te recomiendo ninguna medicina para ello; simplemente, escupe. Los demás ya nos encargaremos de analizar los jugos. Aunque para entonces ya estarás lejos, como yo...


Perdiendo las claves entre el cinismo y los mares del Sur


Ayer me hubiera gustado escribir algo, pero, por supuesto, perdí las claves para entrar en este diario. Que casualidad, ¿no?: He llegado a perder un llavero inmensamente grande de mi padre en un autobús, me he dejado ropa por todos los rincones de este extraño país, olvido el lugar donde mi coche está aparcado, y, si me dejas en un ciudad, me pierdo -incluso en la mía-. Y si no, que se lo pregunten a Petrixtol, a ver que hago si me dejas solito en mitad de un casco urbano... vamos, contesta, bandido.
No iba a ser menos en este vasto mundo virtual...
En las últimas semanas he escrito unas cinco canciones increíbles -duras, difíciles y dolorosas, pero honestas- he escrito dos pares de artículos muy intensos -y algo pesados- de corte espiritual/bíblico/vivencial -frente a la teología sistemática me quedo sin pensarlo con la bíblica-. He terminado "David Copperfield", ese libro que todo el mundo conoce pero nadie ha leído -reivindiquemos a Dickens, por favor. ¿No nos cansamos de tanto cinismo?...- Ahora estoy leyendo la biografía de John Wesley, el hombre que impidió una revolución sangrienta en la Inglaterra del siglo XVIII, como la que se produjo en Francia, con la sóla predicación de las Buenas Nuevas -sí, esa que es locura a los que se pierden-.
Mis altavoces expulsan la música de Damien Rice, Neal Cassal, Shooter Jennings, y a mis siempre bien amados Mahler y Vaughan Williams, cuya música aún te hace creer que hay rincones desde los cuales se puede soñar con cierto romanticismo. Si te descuidas, y abres tus sentidos, te puedes ver surcando el mar, como polizonte en un barco de mercancias rumbo a los lejanos mares del Sur...
Una película de aventuras: "Las montañas de la luna", basada en hechos reales, sobre unos hechos concretos en la historia de aquellos hombres, Richard Burton y John Speke, exploradores de lo desconocido, cuyos perfiles inmensos de valor, honor -a su manera cada uno- y pasión deja en pañales sucios a esta generación de imberbes, quejumbrosos, vacuos, ignorantes y cobardes.
Buenos días.

Dia Primero


El comienzo siempre es lo más frío, sobre todo si no estás acostumbrado a escribir frente a una pantalla luminosa con ánimo de ser publicado. Pero lo cierto es que esta manera de hacerlo te responsabiliza más de lo que escribes, para bien o para mal. Es como si grabaras un videoclip, tratando de parecer natural mientras cantas; te sientes incómodo, pero tratas de cuidar tus gestos, tus maneras, tus formas, para no parecer un estúpido. Esto te purifica, en cierta manera, al mostrar como eres, pero siempre bajo un prisma con cierto tufo de falsedad implícito. Si consigo liberarme de esa presión, cosa que quizá ocurra a medida que avance el proyecto, podré escribir cada vez con más libertad; como cuando subes al escenario: la primera vez te mueres de miedo, cuidas todo lo que haces y procuras mantenerte fiel a una imagen, pero con los años se convierte en algo natural, y te importa un pimiento la forma, mientras acabes expresando de forma honesta, sincera, directa, concreta, elementos que, unidos a la pasión y la energía rompen cualquier historieta que nos montemos.
Bueno, después de leer esta diatriba tontorrona y autosuficiente, diré que en esto consiste este diario, en publicar lo que a uno le de la gana, dejándose llevar por el momento, por los espamos intelectuales y emocionales y por el tiempo, sin pensar si es bueno o malo, si tiene sentido o si merece la pena.