Recuerdo Soñando


Recuerdo soñando la vida del Dr. King, un hombre que se dio a sí mismo por amor a los demás. Un hombre que tuvo un sueño, y no sólo lo compartió, sino que lo hizo real en los demás.

Algunos tratan de hacernos creer que otros luchadores de su época por los derechos civiles fueron mucho más importantes, a pesar de que la historia muestra lo contrario; así analizamos y concluimos, de un plumazo, desde el tiempo, desde la distancia, y nos atrevemos a pensar que una pistola, un golpe asesino, unas palabras de odio y una actitud de desprecio a los demás pueden conseguir mucho, pero ya sabemos que "la sangre llama a la sangre".

Martin Luther King Jr. predicó con el amor. Sabía en lo más profundo de su corazón -el evangelio hace esas cosas- que sólo y exclusivamente ese amor limpio, honorable, transparente, luchador, todo lo podía. La única forma de romper los espíritus duros y malformados es mostrando lo único que no tienen: Amor. Otros piensan que esto es un tópico, pero la lucha por los derechos humanos, la abolición de la esclavitud, la lucha contra la pobreza, vienen del amor, no del odio, y eso es lo que cambia el mundo. Si ponemos un pistola en la nuca del contrario, nuestros hijos moriran con un disparo en la cabeza. Si mostramos un amor firme, contundente en sus acciones, que no se rompe, que guerrea con sus convicciones al frente, que sobrevive al más puro sufrimiento, nuestros hijos podrán vivir en paz, aún en tiempo de guerra. La pólvora hace menos daño que una mirada de misericordia.

Eso es lo que este sábado nublado, de brisa agradable, triste en su apariencia pero amable en su interior, me trae a la memoria, y lo hago mío. Recuerdo soñando, y agradeciendo al Dr. King que fuera uno más en la larga lista de ejemplos que han dado una vuelta radical a este mundo en tinieblas con una luz clara, cegadora, y real.
Gracias.