Tú mismo tienes que recorrerlo


Estoy cansado, muy cansado. No escribo desde hace tiempo, pero es que tampoco tengo mucho que decir. Supongo que me he agotado demasiado últimamente; física, emocional, artística, psíquica y espiritualmente.

Cuando me miro al espejo, no me parezco a mí, o quizás el que veo soy yo pero es que no conozco a esa persona, mientras que sí que conozco al personaje... o yo que sé. Y cuando me doy cuenta de que no puedo dar ni un paso sin sentirme herido desde el hueso más pequeño hasta el órgano más vital, recuerdo los versos del Predicador:
"¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro trabajo con que se afana debajo del sol?. Generación va, y generación viene; pero la tierra siempre permanece... Luego yo consideré todas las cosas que mis manos habían hecho y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, y he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu. No había provecho alguno debajo del sol." (Eclesiastés 1:3,4-2:11).
Supongo que aquí la clave (entre otras) está en "afanarse" por las cosas. Un artista, poeta, justifica su "afán" porque crea belleza, mientras que no se da cuenta que en el transcurso de la creación de su obra está destruyéndose a sí mismo. Quizá, como decía Hermann Hesse: "Para construir un mundo, hay que destruir otro"... bueno, el Predicador concluye:"Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el TODO del hombre.".
Vale, vale, he ligado varias ideas a la vez, lo siento, pero ya lo avisé.

En estos días, la inocencia que emanaba la música y la expresión de un amigo mío, me trajo unos versos de Walt Whitman a la mente, y se los dedicaba:

"Ni yo, ni nadie, pueden recorrer ese camino por ti,
tú mismo tienes que recorrerlo.
No queda lejos, es fácil llegar a él,
acaso has estado recorriéndolo desde que naciste, sin saberlo..."


Así, suspiro y casi agonizo por recobrar parte de esa inocencia que he dejado en el camino. Aunque estuviera llena de polvo, magullada e ignorada; humillada o calumniada; fuera de orden, de modas, anticuada o desorientada. No me importaría nada, con tal de volverla a encontrar.

1 coments:

Anónimo dijo...

A menudo, la música, por no decir siempre, se convierte en un diálogo íntimo entre la conciencia y el espacio que limita el tiempo hacia el desanimo para encontrar la certeza de lo que esta expresa, para algunos toma forma de elefante, para otros es como un cometa que nunca vuelve, sin embargo, ya son muchos que la sellan para siempre sembrando su eterna potencia, recuperando esa inocencia que se perdió por los bolsillos.
Crear belleza no está al alcance de cualquiera, aún menos conservar su esencia y son muy pocos los elegidos para proyectarla, esta no acepta despistes de grandeza aunque se rinde sin condiciones al que la visita...
Siempre se quedará un rato, siempre se acordará de aquel que estuvo haciéndole compañía por un instante.